Listas Etcétera Pablo Sandoval

Etcétera

9 de diciembre 2021

La presencia de etcétera tras una numeración desencadena una situación dividida en dos actos: primero) a partir de los elementos ya enunciados debemos deducir bajo qué clasificación los englobamos; segundo) debemos participar activamente para completar dicha lista con nuestros aportes. La clave reside en como construimos las categorías.

A pesar de la herencia enciclopédica, perpetuada desde la Ilustración, ordenar científicamente es una opción subjetiva más, resultando en diferentes dispositivos de control y descripción de la realidad. En respuesta a este ordenar con la Razón, Pablo Sandoval se apoya en el texto El idioma analítico de John Wilkins1, donde “cierta enciclopedia china” nos desvela el absurdo de las taxonomías. Así, siguiendo el texto de Borges, en Etcetera se nombran, ordenan y clasifican todos los objetos de la casa del artista siguiendo unas lógicas de ordenación pre-Ilustración, partiendo desde un posicionamiento amateur y situado. Tocados por apolo, Que se agitan como locos, Que tocan el suelo, … son algunos de los títulos de sus inventarios, todas las categorías planteadas son posibles y válidas, desde las que se desprenden conocimientos pero alejadas de los órdenes canónicos.

Sandoval ordena una y otra vez los mismos objetos bajo diferentes lecturas, de esta manera, consigue situar estos objetos en un territorio reinado por lo maravilloso, los convierte en merecedores de su Gabinete de Curiosidades (Wunderkammer). Por ello, en Sistema de los elementos (portadas) estos objetos, listados en su correspondiente categoría, aparecen en las portadas de los inventarios. De esta manera, sillas, plumeros y juguetes de gato participan de las ilustraciones decimonónicas que adornan estas taxonomías.

No obstante, al generar taxonomías e identificar todo objeto como algo coleccionable, Sandoval plantea un par de cuestiones: ¿qué es coleccionar? Y, ¿qué es acumular? Si las colecciones se basan en objetos descontextualizados, con nuevos significados imbuidos por el coleccionista que los convierte en maravillosos y merecedores de atesorar –semióforos como los nombraría Krzysztof Pomian–2, ¿son los tesoros de Sandoval merecedores de ser llamados colección si continúan con su función original y banal?

En todo caso, y con la duda patente, los objetos de Sandoval parecen constituirse como colección absurda, incluso surrealista. Son tan merecedores de ser atesorados que hasta el coleccionista ha diseñado dispositivos de almacenaje para guardar las distintas colecciones, cajas contenedoras idealistas e imposibles, que tan solo consiguen funcionar sobre papel. Son ficción. Pero como ficción son los sistemas de ordenación.

Texto de Daniel Soriano