La obra contenida en este “Primer acto de Odradek” consta de tres aproximaciones con las que la artista Ana Martínez aborda el mundo de los objetos. Estos son seleccionados y ordenados en busca de complejos equilibrios donde la atención a los matices, lo sutil y la escucha de lo imperceptible genere espacio para ‘lo mágico’ y evoque resonancias del inconsciente.

La cultura actual del desapego, y el profundo desasosiego que produce, llevan a la artista a investigar sobre los objetos como agentes que intervienen en la construcción de la identidad —tanto individual como colectiva— y que tienen la capacidad de  hacer ‘re-conocibles’ los entornos que habitamos.

En un mundo donde —sin apenas darnos cuenta— las cosas desaparecen continuamente y se torna cada vez más intangible y espectral, resulta necesario indagar en los vínculos y las historias que los objetos establecen con nuestras raíces. Desvelar las relaciones entre lo espiritual y lo material y descubrir lo que  subyace al poder simbólico atribuido históricamente a los objetos.

Asimismo, los rituales, en su carácter repetitivo y simbólico conocido por los individuos de una comunidad forman una arquitectura temporal que genera pertenencia y estabilidad.

En la obra de Ana el encuentro entre objetos de distintas generaciones, así como el ritual que celebra el paso del tiempo de las cosas queridas, proponen arquitecturas materiales y temporales en las que encontrar al otro, y a través de las cuales construir una identidad colectiva

La artista arroja luz sobre el valor simbólico y afectivo que contienen muchos de nuestros objetos cotidianos y nos recuerda que tanto los rituales como las cosas queridas son polos de descanso que nos anclan a la vida.

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