En el proyecto que la galería Artnueve presenta a Estampa 2023, los artistas Álvaro Albaladejo, Javier Pividal, Manuel M. Romero y Sergio Porlán presentan un diálogo de sinergias.
El ojo se sumerge en el abismo de las esculturas de Álvaro Albaladejo, cautivado por la compleja unión de elementos alucinatorios y fenómenos visuales. La mirada se pierde en una vertiginosa caída hasta llevar la percepción hasta sus límites. A través de las tecnologías de la alucinación que perturban la captación del objeto, el artista rompe con la percepción convencional. Lo que Álvaro revela al perturbar la mirada es la delicada frontera que divide la realidad tangible de la realidad psíquica. En este sentido, Álvaro se erige como un escultor no solo del objeto percibido, sino también de la propia percepción, explorando su radical inestabilidad. En este proyecto Álvaro Albaladejo presenta una serie de piezas destinadas a perturbar la mirada, llevando al espectador a experiencias cercanas al vértigo y la desorientación.
Javier Pividal y su continuo indagar acerca del signo, el lenguaje y el vacío. El artista presenta construcciones geométricas que albergan una escritura que se traza en el aire. Pividal conjuga la ausencia de un cuerpo vacío con la extensa presencia de un alfabeto expandido en el que el cuerpo de cada letra, fría y poliédrica, busca expresar las posibilidades simbólicas y significativas de las formas y estructuras físicas, declina esta pérdida partiendo de la imagen y el dibujo hasta desembocar en el territorio del objeto y la instalación. Sus creaciones desencadenan una disociación perceptiva que incluye un proceso de tensión constante entre la realidad que se observa y la construcción perceptiva que se despliega. Surge un vaivén incesante entre la imagen y lo verdadero, entre lo que se materializa en la obra y lo que la percepción interpreta. Esta dicotomía nos sumerge en un territorio donde se entrelaza lo tangible y lo ilusorio, desafiando nuestras convenciones y generando una constante interrogante sobre la naturaleza de la realidad misma.
Partiendo de la premisa de que la pintura es un lenguaje a partir de la cual construir sin depender de la imagen, Manuel M. Romero busca sumergirse en la propia superficie del cuadro, descodificando las huellas que lo van configurando. Manuel M. Romero ofrece un lenguaje que establece un diálogo físico con el propio lienzo. Si bien el trabajo de Manuel M. Romero se inserta en ciertas corrientes minimalistas de los años setenta, también incorpora trazos y señales que nos sitúan en el presente. De hecho, su obra pertenece a un lugar atemporal, alejado del tiempo ordinario y conectado a una eternidad distinta. Un momento de pausa en un mundo acelerado.
